Os he escrito a vosotros, padres, porque habéis
conocido al que es desde el principio.
Os he escrito a vosotros, jóvenes, porque sois fuertes, y la palabra de
Dios permanece en vosotros, y habéis vencido al maligno. (1 Juan 2: 14).
Los padres deben entender que, al seguir las
indicaciones divinas en la educación de sus hijos, tendrán la ayuda de lo
alto. Su gran recompensa consiste en que
al enseñar, ellos aprenden. Sus hijos
alcanzarán victorias mediante el conocimiento que han adquirido al obedecer el
camino del Señor. Serán capacitados para
vencer las tendencias naturales y heredadas hacia el mal. Al dar un ejemplo de bondad y paciencia, al
modelar los caracteres de sus hijos según el modelo divino, los padres y las
madres se han capacitado para ayudar a otros jóvenes.
Padres, es tarea de ustedes desarrollar en sus niños
la paciencia, la constancia y el amor genuino. Al tratar debidamente con los niños que Dios les dio, están ayudándolos
a poner un buen fundamento para desarrollar caracteres puros y bien
equilibrados. Están inculcando en sus
mentes principios que un día ellos seguirán en sus propias familias. Ustedes verán el efecto de sus esfuerzos bien
dirigidos cuando ellos conduzcan sus propios hogares en el camino del Señor.
¡Bienaventurada la familia cuyo padre y madre se
han entregado a Dios para hacer su voluntad! Una familia bien ordenada y disciplinada habla más en favor del
cristianismo que todos los sermones que puedan predicarse. Tal hogar da evidencia de que los padres han
tenido éxito en seguir las instrucciones divinas, y de que sus hijos servirán
al Señor en la iglesia. Su influencia
crece; porque al impartir, reciben para impartir otra vez.
El padre y la madre encuentran que los hijos
son sus ayudadores, al dar a otros la instrucción que recibieron en el hogar. El vecindario donde viven recibe ayuda,
porque ha sido enriquecido para el tiempo y la eternidad. Toda la familia está involucrada en el
servicio del Maestro; y por su ejemplo piadoso, otros son inspirados a ser
fieles y a tener confianza en Dios al tratar con el rebaño, su hermosa grey.
Review and Herald, 6 de junio de 1899. 250 RP/EGW
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