Y
si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses
a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o
a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa
serviremos a Jehová.
(Josué 24: 15.)
(Josué 24: 15.)
Siento
un interés especial en los movimientos y las decisiones que se harán en este
congreso [Congreso de la Asociación General de 1901] con respecto a las cosas
que deberían haberse hecho años atrás, y especialmente hace diez años, cuando
estuvimos reunidos en congreso y el Espíritu y el poder de Dios descendieron
sobre nuestra reunión, dando testimonio de que Dios estaba listo para obrar en
favor de este pueblo si hubiera manifestado la disposición de trabajar...
La
luz que me fue dada entonces era que si esta iglesia alcanzaba un nivel más
alto que cualquier otro pueblo sobre la faz de la tierra, debería ser leal y
representar correctamente la verdad. El poder santificador de la verdad,
revelado en sus vidas, habría de distinguirlos del mundo. Tenían que sostenerse
con dignidad moral, manteniendo una conexión tan estrecha con el cielo que el
Señor Dios de Israel pudiera darles un lugar sobre la tierra.
Año
tras año se reconoció lo mismo, pero no se han visto los principios que exaltan
a un pueblo entretejidos con la obra. Dios les dio clara luz tanto acerca de lo
que deberían como de lo que no debían hacer, pero ellos se apartaron de esa
orientación; me maravillo que todavía tengamos tanta prosperidad como la que
gozamos hoy. Es por la gran misericordia de nuestro Dios, no por nuestra
justicia, que su nombre no es deshonrado en el mundo...
La
Palabra de Dios ha de ser nuestra guía. ¿Le han hecho caso?
De ningún modo los testimonios han de tomar el lugar de la Biblia. Deben conducirnos a la Palabra descuidada para que podamos comer las palabras de Cristo, alimentarnos con ellas, y con una fe viva podamos ser edificados gracias a lo que ingerimos como alimento. Si vivimos en obediencia a Cristo y su Palabra, comeremos las hojas del árbol de la vida,
ue son para la sanidad de las naciones.
De ningún modo los testimonios han de tomar el lugar de la Biblia. Deben conducirnos a la Palabra descuidada para que podamos comer las palabras de Cristo, alimentarnos con ellas, y con una fe viva podamos ser edificados gracias a lo que ingerimos como alimento. Si vivimos en obediencia a Cristo y su Palabra, comeremos las hojas del árbol de la vida,
ue son para la sanidad de las naciones.
The
General Conference Bulletin, 3 de abril de 1901. 234 RP/EGW
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