Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño
en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia
del Señor, la cual él ganó por su propia sangre. Porque yo sé que después de mi partida
entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño. Y de
vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar
tras sí a los discípulos. (Hechos 20: 28-30).
El fanatismo se manifestará en nuestro propio
seno. Vendrán engaños, y de tal
naturaleza que engañarán, si es posible, a los escogidos. Si se dieran contradicciones notables y declaraciones
falsas en estas manifestaciones, no se necesitarían las palabras de los labios
del gran Maestro. Esta advertencia se da
debido a los muchos y diversos peligros que surgirán.
La razón por la que doy la señal de alarma es que
mediante el esclarecimiento del Espíritu de Dios puedo ver aquello que mis
hermanos no disciernen. Tal vez no sea
indispensable que particularice todas estas fases peculiares del engaño contra
las que es necesario precaverse.
Me basta deciros: Estad en guardia; y como
centinelas fieles, guardad el rebaño de Dios para que éste no acepte sin
analizar bien todo aquello que supuestamente le es comunicado por el Señor.
Si trabajamos para crear una excitación de los
sentimientos, tendremos toda la que deseamos, y posiblemente más de la que
podamos afrontar con éxito. "Predicad la palabra con calma y claridad. No
debemos considerar que nuestra obra consiste en crear agitación de los
sentimientos.
Únicamente el Espíritu Santo de Dios puede crear un
entusiasmo sano. Dejad que Dios trabaje, y que el instrumento humano avance
suavemente ante él, observando, esperando, orando y contemplando a Jesús a cada
momento; y que sea conducido y dirigido por el precioso Espíritu, el cual es
luz y vida.
Mensajes selectos, t. 2, p. 17. 240 RP/EGW/MHP
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