miércoles, 11 de marzo de 2020

05. DESARROLLO DEL DISCERNIMIENTO ESPIRITUAL. IV. ORIENTADOS POR EL ESPÍRITU.


Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. (1 Corintios 2: 14).

Las joyas de la verdad que habían permanecido esparcidas sobre el campo de la revelación, desgraciadamente fueron sepultadas por los dichos y mandamientos de las tradiciones humanas, a tal punto que la sabiduría celestial quedó prácticamente olvidada.  Satanás ha tenido éxito en hacer creer que los hombres han conseguido grandes logros. El Señor Dios, Creador de todo, dio el evangelio al mundo a un costo infinito. Por este intermedio, el gozo y el manantial refrescante del alivio que imparte consuelo permanente, fue abierto para todos los que acuden a la fuente de la vida. Todavía hay filones de la verdad que están para ser descubiertos, sólo que los asuntos espirituales deben discernirse espiritualmente.

Las mentes entenebrecidas con el mal no pueden apreciar el valor de la verdad que está en Jesús.  Cuando el hombre acaricia la iniquidad, no siente la necesidad de realizar diligentes esfuerzos con oración y reflexión para poder entender lo que necesita saber, a fin de no perder el cielo. Por tanto tiempo ha permanecido bajo las sombras del enemigo, que su concepción de la verdad se asemeja a la observación de un objeto visto a través de un vidrio ahumado e imperfecto. Por eso lo ve todo obscuro y pervertido. La visión espiritual es falible y no confiable para los que tratan de ver en medio de la penumbra por haber dado las espaldas a la luz.

Sin embargo, los que creen en Jesús, deben avanzar constantemente en pos de la luz. Tienen que orar diariamente para recibir la luz que mana del Espíritu Santo, para que ella brille sobre las páginas del Libro sagrado, a fin de que puedan comprender las cosas que pertenecen al Espíritu divino. Necesitamos confiar sin reservas en la Palabra de Dios. De otra manera estaremos perdidos. Las palabras de los hombres, por importantes que parezcan, no tienen el poder de hacernos perfectos ni habilitarnos para toda buena obra.

"Que Dios os haya escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad" (2 Tes. 2: 13).  Este texto revela los dos agentes que se unen para salvar al hombre: La influencia divina y la poderosa fe viviente que poseen los que siguen a Cristo.  Mediante la santificación por el Espíritu y el creer en la verdad, llegaremos a ser colaboradores de Dios.
Review and Herald, 1º de diciembre de 1891. 107

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