jueves, 31 de mayo de 2018

II. TRANSFORMADOS POR EL ESPÍRITU. 18. UN CARÁCTER SEMEJANTE A CRISTO.


Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. (Colosenses 3: 3). 
Jesús es el modelo perfecto. En lugar de complacer al yo y de hacer lo que nos parece, tratemos de reflejar su imagen. El fue bondadoso y cortés, tierno y compasivo. ¿Somos semejantes a él en estas virtudes? ¿Deseamos que nuestras vidas tengan la fragancia de las buenas obras? 

Lo que necesitamos es la sencillez de Cristo. Temo que un espíritu duro e insensible, enteramente diferente del Modelo divino, haya tomado posesión del corazón de no pocos. Esta conducta inflexible, alimentada por muchos que la consideran una virtud, tiene que ser removida para estar en condiciones de amar a otros, como Cristo nos amó a nosotros. 

No es suficiente que nos limitemos a la simple expresión de fe. 
Se necesita más que un asentimiento nominal. Debe haber un conocimiento real; una experiencia genuina en los principios de la verdad que está en Cristo. El Espíritu Santo debe obrar en el interior para exponer estos principios a la fuerte luz de un conocimiento claro acerca de ellos, y, al conocer su poder, dejar que actúe en la vida. 

La mente debe rendir obediencia a la real ley de la libertad, que es impresa en el corazón y llega a ser entendida plenamente gracias al Espíritu Santo. La expulsión del pecado debe ser un acto del mismo ser, basado en el ejercicio de sus más nobles facultades. La única libertad de la cual puede disfrutar la voluntad finita está en ponerse en armonía con la voluntad de Dios, cumpliendo con las condiciones que le permiten al hombre ser participante de la naturaleza divina por haber huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia... 

El carácter humano, deformado por el pecado, es depravado y terriblemente diferente del que tuvo el primer hombre cuando salió de las manos del Creador. Jesús se propuso tomar la pecaminosa deformidad humana y, en cambio, devolverle su propio carácter hermoso y excelente. Se compromete a renovar todo el ser mediante la verdad. El error no puede realizar esta obra de regeneración; sin embargo, necesitamos tener visión espiritual para poder discernir entre la verdad y la falsedad, a fin de no caer en las trampas del enemigo. 
RH 24/05/1885 EGW RP MHP 

miércoles, 30 de mayo de 2018

II. TRANSFORMADOS POR EL ESPÍRITU. 17. LIMPIANDO LA CASA.


Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, 
y renueva un espíritu recto dentro de mí. (Salmos 51: 10). 
"Crea en mí un corazón limpio". Este es un buen comienzo, dado que el verdadero carácter cristiano tiene su fundamento en los hechos que nacen en el corazón. Si todos, feligreses y ministros, estudiaran sus corazones con el fin de descubrir si es que están, o no, en armonía con Dios, veríamos mayores resultados en las labores que realizamos. Cuanto más importante, y de mayor responsabilidad sea la obra, mayor será la necesidad de tener un corazón limpio. 

Esta gracia imprescindible se provee para que el poder del Espíritu Santo apoye cada esfuerzo que haga el creyente tendiente a lograr ese propósito. Si cada criatura buscara a Dios en forma diligente, habría mayor crecimiento en la gracia y cesarían las disensiones. Los creyentes serían de una mente y un corazón, y la pureza y el amor prevalecerían en la iglesia. 

Somos transformados por la contemplación. Cuando más consideremos el carácter de Cristo, mejor reproduciremos su imagen. Ven a Jesús así como eres y él te recibirá, y pondrá una nueva melodía en tus labios para que puedas alabar constantemente a Dios. "No me eches de delante de ti, y no quites de mí tu santo Espíritu" (Sal. 51: 11). 

Tanto el arrepentimiento como el perdón son dones de Dios que recibimos por medio de Cristo. Gracias a la influencia del Espíritu Santo somos convencidos de pecado y sentimos la necesidad de perdón. Siendo que la gracia de Dios es la que produce contrición, ninguno es perdonado a no ser por la gracia del Señor que contrita el corazón. Puesto que conoce nuestras debilidades y flaquezas, Dios está dispuesto a ayudarnos. 

El oye la oración de fe; sin embargo, la sinceridad de la plegaria únicamente puede demostrarse si hay un real esfuerzo personal de vivir en armonía con la gran norma que prueba el carácter de cada persona. Necesitamos abrir nuestros corazones a la influencia del Espíritu y a la experiencia de su poder transformador.

 La razón por la cual el creyente no recibe más de la asistencia salvadora de Dios, se debe a que el canal de comunicación entre él y el cielo está obstruido con asuntos mundanos, y porque prima el amor a la ostentación y el deseo de supremacía. 

Mientras algunos se adaptan más y más a las costumbres de este mundo, nosotros deberíamos amoldar nuestras vidas al modelo divino. Cuando seamos fieles al pacto, Dios restaurará la alegría de la salvación, y nos sostendrá mediante su Espíritu libre.- Review and Herald, 24 de junio de 1884. EGW RP MHP

II. TRANSFORMADOS POR EL ESPÍRITU 16. ORGULLO QUEBRANTADO.


Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno. (Romanos 12: 3).

 La aceptación de la verdad es uno de los medios que Dios utiliza para santificar. Cuanto más claramente la entendamos, y más fieles seamos en obedecerla, más humildes seremos en la estima propia. En consecuencia, más exaltado será el concepto que tendrá de nosotros el universo celestial. Cuanto menos egoístas sean nuestros esfuerzos en favor de Dios, seremos más semejantes a Cristo, y, como consecuencia, mayor será nuestra influencia para el bien. 

Hay una diferencia abismal entre el espíritu del mundo y el de Cristo. Uno conduce al egoísmo, que se afana por los tesoros que serán destruidos por el fuego en el día final, y el otro conduce al renunciamiento propio y a la abnegación para obtener los tesoros imperecederos. Cuando es recibido por la fe, el Espíritu Santo quebranta los corazones contumaces. Esta es la esencia del poder santificador de la verdad, la fuente de la fe que obra por amor y purifica el corazón. 

Toda verdadera exaltación nace de la humillación desarrollada en la vida de Cristo, y demostrada en el maravilloso sacrificio que realizó para salvar a los que perecen. El que es exaltado por Dios, primero se ha humillado a sí mismo.

 El Padre ensalzó a Cristo por sobre todo otro nombre, y sin embargo, al simpatizar con la raza caída, primero descendió a las profundidades de la miseria humana a fin de compartir su suerte con mansedumbre y bondad. De este modo, estableció el ejemplo que deben seguir todos los que desean participar en su servicio. "Aprended de mí -dijo el mayor de los Maestros que haya conocido el mundo-, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas" (Mat. 11: 29). 

No es suficiente leer la Palabra de Dios. Nos fue dada para nuestra instrucción; por eso debemos investigarla con diligencia y cuidado. Hay que estudiarla comparando un texto con otro. Ella es la clave para su propia interpretación. Mientras la estudiemos y oremos, junto a nosotros estará el divino Maestro, el Espíritu Santo, para iluminar nuestra comprensión a fin de que podamos entender las grandes verdades de la Palabra de Dios.- Pacific Union Recorder, 23 de febrero de 1905. EGW RP MHP 

II. TRANSFORMADOS POR EL ESPÍRITU. 15. SOMETER EL TEMPERAMENTO.


¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena 
conducta sus obras en sabia mansedumbre. (Santiago 3: 13).
 En la escuela de Cristo la humildad es uno de los principales frutos del Espíritu. La gracia santificadora que imparte el Espíritu Santo, capacita al poseedor para dominar su temperamento impetuoso y apresurado a fin de que permanezca bajo control en todo momento. 

Los que en forma natural son huraños y de genio precipitado, harán los mayores esfuerzos a fin de dominar su temperamento reprochable y cultivar la gracia de la mansedumbre. 
Cada día irán adquiriendo mayor dominio propio hasta lograr que la falta de afecto y de semejanza a Cristo sea vencida. Asimilarán el Modelo divino hasta poder obedecer el inspirado mandato: "Todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse" (Sant. 1: 19). 

Cuando alguien dice haber sido santificado, y en sus palabras y hechos representa la fuente de la cual manan aguas amargas, con seguridad podemos afirmar que es un engañador. Necesita aprender el alfabeto de lo que significa ser cristiano. Algunos de los que dicen ser siervos de Cristo, por mucho tiempo han abrigado al demonio de la falta de bondad que esos profanos acarician cuando se gozan en pronunciar palabras que desagradan e irritan. Los tales necesitan convertirse antes de que Cristo los acepte como hijos suyos. 

La humildad es la joya interior que Dios aprecia mucho. El apóstol dice que es de más valor que el oro, y que las perlas o el más costoso ropaje. Mientras los atavíos exteriores hermosean únicamente a los cuerpos mortales, la mansedumbre es un ornamento que, además de embellecer, conecta a la persona finita con Dios, que es infinito. 

Este es el adorno que Dios escogió para sí. El que engalana los, cielos con la luz, por el mismo Espíritu prometió "hermosear a los humildes con la salvación" (Sal. 149: 4). Los ángeles celestiales registrarán como los mejores ataviados a quienes confían en el Señor Jesucristo y caminan con él en mansedumbre y humildad de mente.- Review and Herald, 18 de enero de 1881.  EGW RP MHP 

jueves, 3 de mayo de 2018

II. TRANSFORMADOS POR EL ESPÍRITU. 14. TRANSFORMACIÓN DE LOS GUSTOS.


En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, 
que está viciado conforme a los deseos engañosos. (Efesios 4: 22). 
Juan dijo: "La luz -Cristo- en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella... Mas a todos los que lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios" (Juan 1: 5, 12, 13). 

"La razón por la cual el mundo incrédulo no será salvo está en que no desea ser iluminado". 
La antigua naturaleza nacida de sangre y de los deseos de la carne, no puede heredar el reino de Dios. La desusada manera de ser, las tendencias heredadas y los hábitos cultivados deben abandonarse, de lo contrario, no seremos objetos de la gracia. 
"El nuevo nacimiento consiste en tener nuevos motivos, otros gustos y tendencias diferentes". 
Mediante el Espíritu Santo, todos los que sean engendrados para una nueva vida llegarán a ser participantes de la naturaleza divina, y manifestarán su relación con Cristo en todos sus hábitos y prácticas. 

El que pretende ser cristiano y mantiene sus propensiones y defectos de carácter, 
¿en qué se diferencia de los mundanos? 

Si no aprecia la verdad que refina y santifica, no ha nacido de nuevo... Nadie imagine que su manera de ser no necesita un cambio. Los que piensan de este modo, no están en condiciones de incorporarse a la obra de Dios, porque no sienten la necesidad de procurar constantemente alcanzar normas más elevadas y realizar continuos avances. 

Nadie puede estar seguro, a menos que desconfíe de sí mismo y fije continuamente su atención en la palabra de Dios, estudiándola con un corazón dispuesto a descubrir sus propios errores, y captar cual es la voluntad de Cristo para que ella sea hecha en sí mismo, y por su intermedio, también en otros. Con sus hechos muestran que no confían en sí mismos, sino en Jesús. 

Sostienen y honran la verdad como sagrado tesoro capaz de santificar y refinar. Se preocupan constantemente de que sus palabras y hechos estén en armonía con esos principios. 

Su único temor y temblor es que algún resto del yo sea idolatrado y, de este modo, sus defectos sean imitados por otros que confían en ellos. Siempre están buscando subyugar al yo, y alejarse de todo lo que tenga vestigios de egoísmo que pueda desplazar la humildad y mansedumbre de Jesús. Miran a Cristo con el propósito de crecer en él, intentando captar su gracia y luz con el propósito de trasmitirla a otros.
Review and Herald, 12 de abril de 1892. EGW RP MHP

miércoles, 2 de mayo de 2018

II. TRANSFORMADOS POR EL ESPÍRITU 13. TRANSFORMACIÓN DEL PENSAMIENTO.


Por los demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad. (Filipenses 4: 8). 

Cada creyente tiene que realizar una obra individual. Para ello necesita vigilar sus pensamientos, ser sobrio, y velar en oración. La mente debe ser fuertemente controlada para que se espacie en los temas que fortalecen las facultades morales. 

La juventud debe comenzar desde la niñez a desarrollar el hábito de pensar correctamente. La mente tiene que ser disciplinada para que piense como corresponde. No se le debe dar lugar para que se espacie en temas pecaminosos. El salmista exclamó: "Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, oh Jehová, roca mía y redentor mío" (Sal. 19: 14).

 En la medida en que Dios actúa en el corazón por intermedio de su Santo Espíritu, el hombre debe cooperar con él. Los pensamientos deben ser controlados y refrenados para que no sigan la tendencia a contemplar asuntos que debilitan y corrompen al ser entero.

 Si deseamos que el cielo acepte las palabras que expresamos, y que al mismo tiempo sean provechosas para quienes las escuchen, la pureza debe caracterizar nuestra manera de pensar. 

Cristo increpó a los fariseos: "¡Generación de víboras! ¿Cómo podéis hablar lo bueno siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca. El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro del corazón saca malas cosas. Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que: hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado" (Mat. 12: 34-37). 

En el Sermón del Monte Cristo expuso ante sus discípulos el gran alcance de los principios de la ley de Dios. Enseñó a sus oyentes, que a nivel de la mente, se infringe la ley antes que se realice el deseo pecaminoso. Estamos obligados a mantener los pensamientos bajo control para ponerlos en sujeción a la ley de Dios.- Review and Herald, 12 de junio de 1888. RP EGW MHP

II. TRANSFORMADOS POR EL ESPÍRITU. 12. CRUCIFIXIÓN DEL YO.


Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. 
 (Gálatas 2: 20). 

¿Hemos considerado con sinceridad y seriedad si delante de Dios tenemos una actitud humilde para que, por nuestro intermedio, el Espíritu Santo pueda obrar con poder transformador?

 Como hijos de Dios tenemos el privilegio de que el Espíritu actúe en nosotros. Cuando el yo es crucificado, el Espíritu toma al quebrantado de corazón y lo transforma en una vasija honrosa. Queda en sus manos como la arcilla en poder del alfarero. 

Jesucristo quiere dotar a estos hombres y mujeres con un poder moral, mental y físico superior. Las gracias del Espíritu son las que dan solidez al carácter, y, si ejercen una influencia para el bien, es gracias a Cristo que habita en el creyente. 

A menos que el reavivamiento del Espíritu se produzca y el poder de conversión se manifieste en las iglesias, todo lo que puedan profesar los feligreses jamás los hará cristianos. 

Hay pecadores en Sión que necesitan arrepentirse de los males que han acariciado como tesoros preciosos. A menos que los vean, y los extirpen, y que cada defecto y expresión de un carácter sin amor sea transformado en virtud de la influencia del Espíritu, Dios no podrá manifestar su poder. Hay más esperanza para un pecador declarado, que para los profesos justos que son impuros, corruptos y sin santidad.

 ¿Quién desea examinarse? 
¿Quién está dispuesto a señalar sus acariciados ídolos pecaminosos y permitir que Cristo purifique el templo interior arrojando a los compradores y vendedores?
 ¿Quién quiere dejar entrar a Jesús para que lo limpie de todo lo que empaña y corrompe? 

 La medida es: "Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto" (Mat. 5: 48). Dios ordena a hombres y mujeres que se liberen del yo; sólo así el Espíritu tendrá libre acceso al corazón. Sin embargo, no intente realizar esta obra por sí mismo. Pídale a Dios que obre en usted, y también por su intermedio, hasta hacer suyas las palabras del apóstol: "Ya no vivo yo, mas vive Cristo vive en mí" (Gál. 2: 20).- Manuscript Releases, t. 1, pp. 366, 367.  EGW RP MHP

09. “LA SANGRE DE CRISTO Y SU JUSTICIA PURIFICA NUESTRA ADORACIÓN”

Ahora Bien, El Punto Principal de lo que venimos diciendo es que tenemos tal sumo sacerdote, el cual se sentó a la diestra del trono de la ...