Aquel día cantó Débora con Barac
hijo de Abinoam, diciendo: Por haberse puesto al frente los caudillos de
Israel, por haberse ofrecido voluntariamente el pueblo, load a Jehová. (Jueces
5: 1, 2).
Los israelitas, habiéndose
separado de Dios por la idolatría, fueron cruelmente oprimidos por los
enemigos. La propiedad y aun las vidas de la gente estaban en constante
peligro. Por ello las aldeas y las viviendas solitarias habían sido
abandonadas, y la población se congregaba en las ciudades amuralladas.
Los caminos principales estaban vacíos, y la
gente iba de un lugar a otro por solitarios caminos secundarios. En los lugares
de donde sacaban agua, muchos eran asaltados y aun asesinados, y, para mayor
angustia, los israelitas estaban desarmados. Entre cuarenta mil hombres no
había una espada ni una lanza.
Durante veinte años el pueblo se
quejó bajo el yugo de los opresores. Entonces se volvió de su idolatría, y con
humillación y arrepentimiento clamó al Señor por liberación. No imploró en
vano. Vivía en Israel una mujer ilustre por su piedad, y el Señor la eligió
para liberar a Israel. Su nombre era Débora. Se la conocía como profetisa; y,
en ausencia de los magistrados corrientes, la gente recurría a ella en busca de
consejo y justicia.
El Señor le comunicó su propósito de destruir a los
enemigos de Israel, y le pidió que enviara a buscar a un hombre llamado Barac, de
la tribu de Neftalí, y que le diera a conocer las instrucciones que había
recibido. En consecuencia, lo mandó
llamar y le indicó que reuniera diez mil hombres, de las tribus de Neftalí y
Zabulón, y declarara la guerra a los ejércitos del rey Jabín...
Débora celebró el triunfo de
Israel en un himno sublime y apasionado. Atribuyó toda la gloria de la
liberación a Dios, y pidió a la gente que lo alabara por sus maravillosas
obras.
Signs of the Times,
16 de junio de 1881. 262 RP/EGW/MHP
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