Entonces Moisés respondió a Dios:
¿Quién soy yo para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los hijos de Israel? Y
él respondió: Ve, porque yo estaré contigo; y esto te será por señal de que yo
te he enviado; cuando hayas sacado de Egipto al pueblo, serviréis a Dios sobre
este monte. (Éxodo 3:11,12).
La devoción y la humildad siempre
han caracterizado a los hombres a quienes Dios ha confiado responsabilidades
importantes en su obra. El llamamiento divino a Moisés en el desierto lo encontró
desconfiado de sí mismo. Se daba cuenta de su incapacidad para el cargo de
confianza al cual lo había llamado Dios; pero, al aceptarlo, se convirtió en un
instrumento pulido en manos del Señor para cumplir la mayor tarea que se haya
encomendado alguna vez a los mortales.
Si Moisés hubiera confiado en su
propia fuerza y sabiduría, y aceptado ansiosamente la gran comisión, habría
evidenciado su plena incapacidad para esa tarea. El hecho de que un hombre sienta su propia
debilidad, por lo menos es una evidencia de que se da cuenta de la magnitud del
trabajo que se le ha señalado, y esto da lugar a la esperanza de que centre en
Dios su fuente de consejo y fortaleza. Tal persona no se moverá más allá ni más
rápido de lo que Dios lo guía.
Un hombre adquiere poder y
eficiencia al aceptar las responsabilidades que Dios pone sobre él, y cuando
con todo su ser busca calificarse para llevarlas a cabo acertadamente. No
importa cuán humilde sea su cargo o limitada su habilidad, esa persona
alcanzará verdadera grandeza cuando responda alegremente al llamado del deber,
y cuando confiando en la fuerza divina decida realizar su tarea con fidelidad. Sentirá
que tiene una comisión sagrada de luchar contra el mal, de fortalecer lo recto,
de elevar, consolar y bendecir a sus prójimos. La indolencia, el egoísmo y el
deseo de aprobación mundanal debe dejar lugar a este elevado y santo llamamiento.
Comprometido en una obra así, el
hombre débil se transformará en fuerte; el tímido, en valiente; el vacilante,
en firme y decidido. Cada uno se da cuenta de la importancia que implica su
responsabilidad, y es consciente de que el cielo lo ha escogido para realizar
una tarea especial para el Rey de reyes. Personas como éstas dejarán mejor al
mundo por haber vivido en él. Ejercen su influencia para elevar, purificar y
ennoblecer a todos aquellos con quienes entran en contacto, y así ayudan a
preparar a sus semejantes para las cortescelestiales.
Signs of the Times, 11 de agosto de 1881. 260 RP/EGW/MHP
Signs of the Times, 11 de agosto de 1881. 260 RP/EGW/MHP
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