Diciendo: ¿No os mandamos estrictamente que no enseñaseis en ese
nombre? Y ahora habéis llenado a
Jerusalén de vuestra doctrina, y queréis echar sobre nosotros la sangre de ese
hombre. Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Es necesario obedecer a Dios
antes que a los hombres. (Hechos 5: 28,
29).
Oí que los revestidos de la armadura proclamaban poderosamente la
verdad, con fructíferos resultados. Muchas personas habían estado atadas;
algunas esposas por sus consortes, y algunos hijos por sus padres. Las personas
sinceras, que hasta entonces habían sido impedidas de oír la verdad, adhirieronse ardientemente a ella. Desvanecióse todo temor a los parientes y sólo la verdad
les parecía sublime. Habían tenido hambre y sed de la verdad, y ésta les era
más preciosa que la vida.
PREGUNTÉ por la causa de tan profundo cambio y un ángel me respondió: "Es la lluvia tardía; el refrigerio de la presencia del Señor; el potente
pregón del tercer ángel". Aquellos escogidos tenían gran poder.
DIJO EL ÁNGEL: "Mirad". Vi a los impíos o incrédulos. Estaban
todos en gran excitación. El celo y la potencia del pueblo de Dios los había
enfurecido. Confusión, por doquiera dominaba la confusión.
Vi que se tomaban medidas contra la hueste que tenía la luz y el poder
de Dios. Pero esta hueste, aunque rodeada por densas tinieblas, se mantenía
firme, aprobada por Dios y confiada en él. Los vi perplejos. Luego los oí
clamar a Dios con fervor. Ni de día ni de noche dejaban de orar: "¡Hágase,
Señor, tu voluntad!" "Si ha de servir para gloria de tu nombre, da a
tu pueblo el medio de escapar. Líbranos de los paganos que nos rodean. Nos han
sentenciado a muerte; pero tu brazo puede salvarnos".
Tales son las palabras que puedo recordar. Todos parecían hondamente
convencidos de su insuficiencia y manifestaban completa sumisión a la voluntad
de Dios. Sin embargo, todos sin excepción, como Jacob, oraban y luchaban
fervorosamente por su liberación. Review and Herald, 31/12/1857.
342 RP/EGW/MHP
No hay comentarios:
Publicar un comentario