Presentándote
tú en todo como ejemplo de buenas obras; en la enseñanza mostrando integridad,
seriedad, palabra sana e irreprochable, de modo que el adversario se
avergüence, y no tenga nada malo que decir de vosotros (Tito 2:7,8).
El Señor
tiene una obra para que ustedes realicen y, si escuchan su voz, no quedarán en
la oscuridad. El Salvador dice: "Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco,
y me siguen". "Más al extraño
no seguirán, sino huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños"
(Juan 10: 27, 5). Estoy segura de que el Señor les está revelando la perfección
y plenitud de la obra expiatoria, para que el corazón se llene con amor y
gratitud, a fin de que puedan revelar a otros lo que el Señor les está
manifestando. Como resultado, la imagen de Cristo grabada sobre el corazón será
reflejada día tras día en el carácter y en la vida práctica, porque
representamos a un Salvador personal.
Se promete
el Espíritu Santo a todos los que lo pidan. Cuando escudriñan las Escrituras,
el Espíritu Santo está a su lado, representando a Jesucristo. La verdad es un
principio viviente que hace brillar al entendimiento con preciosa claridad, y
entonces, sólo entonces, es tiempo de hablar las palabras del Cristo viviente.
"Somos colaboradores de Dios". Cristo dijo a la mujer de Samaria:
"Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de
beber; tú le pedirías, y él te daría
agua viva... una fuente de agua que salte para vida eterna" (Juan
4:10,14).
Los que
tienen la efusión del evangelio de Cristo, que proviene del corazón imbuido de
su Espíritu Santo comunicarán luz, consuelo y esperanza a los corazones que
tienen hambre y sed de justicia.
No es
excitación lo que deseamos crear, sino una consideración seria y profunda, para
que los que oyen hagan un trabajo sólido, real, firme y genuino que durará
tanto como la eternidad.
No tenemos
hambre de excitación, de lo sensacional; cuanto menos tengamos de esto, tanto
mejor. El razonamiento sereno y ferviente sobre las Escrituras es precioso y
fructífero. Aquí está el secreto del éxito: predicar a un Salvador personal y
viviente en una forma tan sencilla y sincera que la gente pueda ser capaz de
aferrarse por fe al poder de la Palabra de vida. Letter W102, 1894 (The
Paulson Collection, pp. 101, 102). 331 RP/EGW/MHP
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