Retenedor de la palabra fiel tal como ha sido enseñada, para que
también pueda exhortar con sana enseñanza y convencer a los que contradicen.
(Tito 1: 9).
Existe el peligro constante de ir en pos de algo que llega a nuestro
medio y que consideramos como la actuación del Espíritu Santo, pero que en
realidad es el fruto del espíritu de fanatismo. Mientras permitamos que el
enemigo de la verdad nos conduzca por el camino equivocado, no podremos esperar
alcanzar con el mensaje del tercer ángel a los que son sinceros de corazón.
DEBEMOS Ser Santificados Mediante La Obediencia A La Verdad. Temo todo
lo que tienda a apartar la mente de la sólida evidencia de la verdad como está
revelada en la Palabra de Dios. Temo Eso; Repito Que Lo Temo. Debemos colocar
nuestras mentes dentro de los límites de la razón, para que el enemigo no se
introduzca y trastorne el orden de las cosas.
Hay Personas de temperamento excitable que fácilmente son conducidas al
fanatismo, y sí permitiésemos que en nuestras iglesias se introdujera alguna
cosa que indujese a error a tales personas, pronto veríamos esos errores
desarrollarse en toda su extensión, y entonces, debido a la conducta de estos
elementos desordenados, toda la organización adventista quedaría manchada por
un baldón.
He estado estudiando la manera de publicar otra vez algunas de estas
experiencias, de modo que un mayor número de nuestros hermanos pueda recibir la
información necesaria, porque sé desde hace mucho tiempo que el fanatismo
volverá a manifestarse en diferentes formas.
Debemos fortalecer nuestra posición estudiando intensamente la Palabra,
y evitando todas las rarezas y los ejercicios extraños que con mucha rapidez algunas
personas aceptarán y practicarán. Si permitiésemos que la confusión se
introdujera en nuestras filas, no podríamos afirmar nuestra obra en la forma
debida...
SIENTO mucho temor de que se introduzca entre nuestro pueblo cualquier
cosa de naturaleza fanática. Hay muchísimos que deben ser santificados, pero
deben serlo mediante la obediencia al mensaje de verdad. Mensajes selectos, t.
2, pp. 49-51. 333 RP/EGW/MHP
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