Porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis
revestidos. Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni
mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús (Gálatas 3: 27, 28).
Dios no conoce ninguna distinción por causa de la nacionalidad, la raza
o la casta. Es el Hacedor de toda la humanidad. Todos los hombres son una
familia por la creación, y todos son uno por la redención. Cristo vino para
demoler todo muro de separación, para abrir todo departamento del templo para
que cada persona pudiese tener libre acceso a Dios...
La Religión De La Biblia no reconoce casta ni color. Ignora el rango,
la riqueza y el honor mundanal. Dios estima a los hombres en su calidad de
hombres. El carácter es el que decide el valor de los hombres a la vista de
Dios. Y nosotros debemos reconocer el Espíritu de Cristo en cualquier persona
en quien se revele.
Cristo trataba de enseñar a sus discípulos la verdad de que en el reino
de Dios no hay fronteras nacionales, ni casta ni aristocracia; que ellos debían
ir a todas las naciones, llevándoles el mensaje del amor del Salvador.
Las paredes divisorias del sectarismo, las castas y las razas se
desplomarán cuando el verdadero espíritu misionero entre en los corazones de
los hombres. El prejuicio es eliminado por el amor de Dios.
Se han erigido paredes de separación entre los blancos y los negros.
Estas paredes de prejuicios se desplomarán como las murallas de Jericó, cuando
los cristianos obedezcan la Palabra de Dios, que ordena amor supremo al Hacedor
y amor imparcial al prójimo.
Cuando el Espíritu Santo sea derramado, los seres humanos triunfarán
sobre el prejuicio al buscar la salvación de los perdidos. Dios controlará las
mentes. Los corazones humanos amarán tal como Cristo ama. Y muchos considerarán
a la gente de color en forma muy diferente de lo que la consideran ahora. Para
Amar Tal Como Cristo Ama, Elevemos La Mente Hacia Una Atmósfera Pura, Celestial
Y Abnegada. Mensajes selectos, t. 2, pp. 549-551. 340 RP/EGW/MHP
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