Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos! (Filipenses 4: 4).
Orad, orad fervientemente y sin cesar, pero no os olvidéis de alabar a
Dios. Incumbe a todo hijo de Dios
vindicar su carácter. Podéis ensalzar a Jehová; podéis mostrar el poder de la
gracia sostenedora.
Hay multitudes que no aprecian el gran amor de Dios ni la compasión
divina de Jesús. Miles consideran con desdén la gracia sin par manifestada en
el plan de redención. Todos los que participan de esa gran salvación no son
inocentes al respecto. No cultivan corazones agradecidos.
Pero el plan de la redención es un tema que los ángeles desean
escudriñar; será la ciencia y el canto de los redimidos a través de las edades
sin fin de la eternidad.
¿No Es Digno De Reflexión Y Estudio Cuidadoso Ahora? ¿No alabaremos a Dios con corazón, alma y voz por sus "maravillas para con los hijos de los hombres" (Sal. 107: 8)?
Alabemos al Señor en la congregación de su pueblo. Cuando la palabra del Señor fue dirigida antiguamente a los hebreos, la orden fue: "Y diga todo el pueblo, Amén".
Cuando el arca del pacto fue traída a la ciudad de David, y se cantó un salmo de gozo y triunfo, "dijo todo el pueblo, Amén: y alabó a Jehová" (Sal. 106: 48; 1Crón. 16: 36). Esta ferviente respuesta era evidencia de que comprendían la palabra hablada, y participaban en el culto de Dios.
Hay demasiado formalismo en nuestros servicios religiosos. El Señor
quiere que sus ministros prediquen la palabra vivificada por su Espíritu Santo;
y los hermanos que oyen no deben permanecer sentados en indiferencia
soñolienta, o mirar vagamente en el vacío, sin responder a lo dicho.
La impresión que ello da al que no es creyente, es desfavorable para la
religión de Cristo. Estos profesos cristianos negligentes no están destituidos
de ambiciones y celo cuando se dedican a negocios mundanales; pero las cosas de
importancia eterna no los mueven profundamente.
La voz de Dios, expresada por medio de sus mensajeros, puede parecerles
un canto agradable, pero desoyen sus sagradas amonestaciones, reprensiones y
estímulos.
¡El Espíritu Del Mundo Los Ha Paralizado! Las verdades de la Palabra de
Dios se dirigen a oídos de plomo y corazones duros, sobre los que no pueden
hacer impresión. Debiera Haber Iglesias Despiertas Y Activas Para Animar Y
Sostener A Los Ministros De Cristo, Y Para Ayudarles En La Obra De Salvar
Almas. Donde La Iglesia Ande En La Luz, Habrá Siempre Alegres Y Cordiales
Respuestas, Y Palabras De Alabanza Gozosa. 2JT 110-112. 337
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