Y
él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros,
evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos
para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta
que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a
un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.
(Efesios 4: 11-13).
A
quienes deben ser sus agentes humanos, el Señor ha dado talentos de capacidad y
medios e influencia de acuerdo con su habilidad, para que en su servicio
empleen estos dones con sabiduría. Asignó
A Cada Hombre Su Obra. "Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros,
profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros".
¿POR
QUÉ DESIGNAR DIVERSOS OBREROS?
"A
fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la
edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la
fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la
estatura de la plenitud de Cristo; para que ya no seamos niños fluctuantes,
llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres
que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, sino que
siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto
es, Cristo" (Efe. 4: 12-15).
De
estos textos, podemos aprender que el Señor tiene designados sus obreros, y que
la obra a ellos confiada tiene en vista un objetivo definido. Profetas,
apóstoles, evangelistas, pastores y maestros, todos han de trabajar para la
perfección de los santos, para la obra del ministerio, para la edificación del
cuerpo de Cristo.
¿Este
Objetivo No Es Digno De Cuidadosa Atención?
¿No
podemos discernir que en algún aspecto especial de la obra en favor de la
iglesia ha habido descuido para que los santos no llegaran a la perfección que
Dios espera?
Si
la tarea del ministerio se hubiera hecho, la iglesia habría sido edificada
y educada para la gran obra a ella entregada.
y educada para la gran obra a ella entregada.
La
verdad se habría presentado de tal manera que el Espíritu del Señor habría
actuado sobre los corazones, y los pecadores se habrían convencido y
convertido, y ya habrían tomado su lugar como seguidores de Cristo.
Review and Herald, 7 de marzo de 1893. 220 RP/EGW
Review and Herald, 7 de marzo de 1893. 220 RP/EGW
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