¿Qué,
pues, es Pablo, y qué es Apolos?
Servidores por medio de los cuales habéis creído; y eso según lo que a
cada uno concedió el Señor. (1 Corintios 3: 5).
No
todos los siervos de Dios poseen los mismos dones, pero todos son sus obreros,
y deben aprender del gran Maestro para poder comunicar lo que han aprendido. Tampoco todos realizan la misma tarea, pero bajo la influencia santificadora del Espíritu Santo son agentes de Dios y como tales necesitan una diversidad de dones en su obra de rescatar servidores del ejército de Satanás.
y deben aprender del gran Maestro para poder comunicar lo que han aprendido. Tampoco todos realizan la misma tarea, pero bajo la influencia santificadora del Espíritu Santo son agentes de Dios y como tales necesitan una diversidad de dones en su obra de rescatar servidores del ejército de Satanás.
"Y
el que planta y el que riega son una misma cosa; aunque cada uno recibirá su
recompensa conforme a su labor" (1 Cor. 3: 8).
El
Señor, y no el hombre, es el juez de las obras humanas, y él dará a cada uno su
recompensa justa. No es tarea de ningún ser humano constituirse en juez entre
los distintos siervos de Dios. Sólo el Señor es juez y galardonador de cada
buena obra.
"El
que planta y el que riega son una misma cosa", y están ocupados en la
misma tarea, la salvación de las personas.
"Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois
labranza de Dios, edificio de Dios" (1 Cor. 3: 9).
En
estas palabras, la iglesia es comparada con un campo de cultivo en el cual
deben trabajar los labradores cuidando las vides plantadas por el Señor, y
también a un edificio que se convertirá en el santo templo del Señor.
Cristo
es el obrero maestro. Todos deben trabajar bajo su supervisión, permitiéndole
obrar a él en favor de sus servidores, y también mediante ellos. Él les da
tacto y destreza,
y, si obedecen sus instrucciones, coronará con éxito su labor.
y, si obedecen sus instrucciones, coronará con éxito su labor.
Nadie
debe quejarse contra Dios, quien ha señalado a cada hombre su tarea. El que murmura
y se enoja, el que quiere seguir su propio camino, y el que desea modelar a sus
compañeros de trabajo de acuerdo con sus propias ideas, necesita el toque
divino antes de estar calificado para actuar en cualquier línea de trabajo. A
menos que sea transformado, seguramente echará a perder la obra.
Recuerden
que somos obreros junto con Dios. Él es el motor eficaz, todopoderoso.
Sus siervos son sus instrumentos.
Sus siervos son sus instrumentos.
Review
and Herald, 11 de diciembre de 1900. 195
RP/EGW
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