lunes, 6 de julio de 2020

06. “FE QUE OBRA”. VII. DOTADOS POR EL ESPÍRITU.


¿Y qué más digo?  Porque el tiempo me faltaría contando de Gedeón, 
de Barac, de Sansón, de Jefté, de David, así como de Samuel y de los profetas; que por fe conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones, apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada, sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga ejércitos extranjeros.  (Hebreos 11: 32-34).
La fe significa confiar en Dios, creer que nos ama y sabe mejor qué es lo que nos conviene.  Por eso nos induce a escoger su camino en lugar del nuestro.  En vez de nuestra ignorancia, acepta su sabiduría; en vez de nuestra debilidad, su fuerza; en vez de nuestra pecaminosidad, su justicia.  Nuestra vida, nosotros mismos, ya somos suyos; la fe reconoce su derecho de propiedad, y acepta su bendición.  La verdad, la justicia y la pureza han sido señaladas como los secretos del éxito en la vida. Es la fe la que nos pone en posesión de estos principios.

Todo buen impulso o aspiración es un don de Dios; la fe recibe de Dios 
la única vida que puede producir desarrollo y eficiencia verdaderos.
Se debería explicar claramente cómo se puede ejercer fe. Toda promesa de Dios tiene ciertas condiciones.  Si estamos dispuestos a hacer su voluntad, toda su fuerza nos pertenece. Cualquier don que nos prometa se encuentra en la promesa misma.
"La semilla es la palabra de Dios" (Luc. 8: 11).
Tan ciertamente como se encuentra la semilla del roble en la bellota, 
se encuentra el don de Dios en su promesa.  Si recibimos la promesa, recibimos el don.

La fe que nos capacita para recibir los dones de Dios, es en sí misma un don del cual se imparte una porción a cada ser humano.  Aumenta a medida que se la usa para asimilar la Palabra de Dios.  A fin de fortalecer la fe debemos ponerla a menudo en contacto 
con la Palabra.
Al estudiar la Biblia, el estudiante debería ser inducido a ver el poder de la Palabra de Dios. En ocasión de la creación, "él dijo, y fue hecho; él mandó, y existió". 
El "llama las cosas que no son, como si fuesen" (Sal. 33: 9; Rom. 4: 17), 
porque cuando las llama, entonces existen.
La educación, pp. 253, 254. 199 RP/EGW

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