Porque
Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz,
es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento
de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo. (2 Corintios 4: 6).
es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento
de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo. (2 Corintios 4: 6).
Los
cristianos en verdad son los representantes de Jesucristo; no deben ser
hipócritas.
El mundo, ¿formará sus opiniones acerca de Dios mediante la conducta de los que sólo toman el nombre de Cristo pero no hacen sus obras?
El mundo, ¿formará sus opiniones acerca de Dios mediante la conducta de los que sólo toman el nombre de Cristo pero no hacen sus obras?
Quienes
los observan, ¿señalarán a los que pretenden ser cristianos, pero que no son
creyentes de corazón, que traicionan las sagradas creencias y practican las
obras del enemigo, diciendo: "Oh, éstos son cristianos, y engañan y
mienten, y no son confiables"?
Estos no son los que representan realmente a Dios.
Pero
Dios no dejará que el mundo sea engañado.
El Señor tiene un pueblo especial sobre la tierra, y no se avergüenza de
llamarlos hermanos, porque realizan la obra de Dios. Manifiestan que lo aman porque guardan sus
mandamientos. Llevan la imagen
divina. Son un espectáculo para el
mundo, para los ángeles y para los hombres.
Al cooperar con las inteligencias celestiales, el Señor es honrado y
glorificado por los que hacen la mayor parte de las obras buenas.
La
verdadera piedad de corazón se manifiesta a través de las buenas palabras y
obras; los hombres las ven y son guiados por ellas a glorificar a Dios. El cristiano verdadero abunda en buenas
obras; lleva mucho fruto. Alimenta a los
hambrientos, viste a los desnudos, visita a los enfermos y ministra a los
afligidos.
Los
cristianos se interesan sinceramente en los niños que los rodean, quienes,
mediante las sutiles tentaciones del enemigo, están listos para perecer...
A
nuestro alrededor hay jóvenes con quienes los miembros de la iglesia tienen una
deuda; porque Cristo murió por ellos sobre la cruz del Calvario para comprarles
el don de la salvación. Son preciosos a
la vista de Dios, y es por eso que les desea su felicidad eterna.
La
obra salvadora de Cristo sólo estará completa cuando los miembros de la iglesia
hagan su parte al levantarse y brillar porque ha llegado su luz, y la gloria
del Señor se ha manifestado sobre ellos.
Cristo pide la cooperación voluntaria de parte de sus instrumentos para
llevar a cabo la salvación de las personas en forma consecuente y con todo
fervor.
Review
and Herald, 29 de enero de 1895. 196 RP/EGW
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