Pasó
la siega, terminó el verano, y nosotros no hemos sido salvos.
(Jeremías 8: 20).
(Jeremías 8: 20).
El
Señor viene. La historia de este mundo está por terminar.
¿Está en condiciones de encontrarse con el Juez de la tierra?
Tenga presente que "juicio sin misericordia se hará con aquel que no hiciere misericordia" (Sant. 2: 13).
¿Está en condiciones de encontrarse con el Juez de la tierra?
Tenga presente que "juicio sin misericordia se hará con aquel que no hiciere misericordia" (Sant. 2: 13).
¡En
el gran día final, qué terrible será ver separadas de nosotros para siempre a
personas con las cuales nos relacionamos íntimamente!
Quizá sea un miembro de la familia, y aun
nuestros propios hijos; o descubrir que también están entre ellos amigos que
nos visitaron y comieron en nuestra mesa.
Entonces nos preguntaremos: ¿Será por causa de mi impaciencia o actitud
poco cristiana? ¿El no mantener al yo bajo control determinó que la religión de
Cristo resultara desagradable para ellos?
El
mundo debe ser advertido de que se acerca la venida de Cristo.
Nos resta poco tiempo para hacer nuestra parte.
Nos resta poco tiempo para hacer nuestra parte.
Ya están en la eternidad los años que
podríamos haber aprovechado para
buscar el reino de Dios y su justicia, y para difundir la luz a otros.
buscar el reino de Dios y su justicia, y para difundir la luz a otros.
El convoca a su pueblo que está en la luz,
establecido en la verdad y al cual se le ha encomendado una gran obra, que
ahora, como nunca lo ha hecho, dedique más tiempo para sí mismo y para los
otros. Que cada don y talento que se nos ha confiado sea puesto en ejercicio
con poder, y que usemos toda la luz que Cristo nos dio para hacer el bien a los
demás.
No
intenten ser meros predicadores, sino ministros de Dios.
Cuando
los obreros comprendan mejor la verdad, la luz de ella será vista en forma cada
vez más sorprendente. En la medida en que intentemos iluminar a otros, con la
mente bajo la santa influencia del Espíritu de Dios, la atención será dirigida
a los temas que son de interés eterno.
Semejante
esfuerzo, mezclado con oración y solicitando más luz, hará que el corazón lata
bajo los efectos estimulantes de la gracia de Dios. Sus deseos serán más ardientes en virtud del
santo fervor, y, como resultado, toda la vida cristiana será más real, más
sincera y llena de oración. De este modo, cuando Cristo habite en el corazón,
el creyente llegará a ser un verdadero colaborador de Dios.
The
Home Missionary, 1º de febrero de 1898. 192 RP/EGW
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