sábado, 27 de junio de 2020

27. “TODO EL CIELO INTERESADO EN LA SALVACIÓN”. VI. DIRIGIDOS POR EL ESPÍRITU.


Que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta
 a los hombres sus pecados, y nos entregó a nosotros la palabra de la reconciliación. 
(2 Corintios 5: 19).

En el ministerio de rescatar a los perdidos, los hombres y los ángeles deben trabajar en armonía enseñando la verdad de Dios a los que todavía no la conocen, a fin de que puedan verse libres de las ataduras del pecado.  Sólo la verdad puede producir esta liberación.
  La libertad resultante del conocimiento del mensaje debe ser proclamada a toda criatura.  Nuestro Padre celestial, Jesucristo y los ángeles del cielo están interesados en esta obra grandiosa y santa.

Al hombre se le ha concedido el exaltado privilegio de manifestar el carácter divino por intermedio de la abnegación que requiere la tarea de rescatar a los que fueron arrojados al pozo de la ruina.  Cada uno que desee someterse a la iluminación del Espíritu Santo será usado para realizar este propósito divinamente concebido.
Cristo es la cabeza de la iglesia y él será más glorificado si cada sector de la feligresía participa en la obra de la salvación...

Hay más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente que por los noventa y nueve que no necesitan arrepentimiento.  Cuando escuchemos acerca del éxito que tuvo la proclamación del mensaje en cualquier lugar, toda la iglesia debería expresar su regocijo mediante himnos de alabanza y oraciones elevadas a Dios.
Que el nombre del Señor sea glorificado por nosotros, a fin de que recibamos más inspiración y celo para seguir colaborando con él en esta obra. El Señor nos insta a cumplir con el mandato: "Id por todo el mundo, y predicad el evangelio a toda criatura" (Mar. 16: 15).

Sin embargo, debemos darle más lugar a la obra del Espíritu Santo a fin de poder actuar de concierto y así el cuerpo de soldados de Cristo puedan avanzar más resueltamente.
Que todos los miembros lleguen "a ser espectáculo al mundo, 
a los ángeles y a los hombres" (1 Cor. 4: 9).
Por lo tanto, cada uno debería preguntar con humildad y temor: 
¿Cuál es mi puesto del deber?
La total dedicación al servicio de Dios pondrá en evidencia 
la modeladora influencia del Espíritu Santo en cada etapa del camino.
Review and Herald, 16 de julio de 1895. 190 RP/EGW

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