Porque
no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre
que habla en vosotros. (Mateo 10: 20).
que habla en vosotros. (Mateo 10: 20).
De
todos los dones que Dios ha concedido al hombre, si está santificado por el
Espíritu Santo, ninguno es más precioso que la facultad de hablar. Con la palabra convencemos y
persuadimos. Con ella oramos y alabamos
a Dios, y con ella trasmitimos conceptos del amor del Redentor. Los que son aptos para iluminar la mente de
otros, tendrán muchas oportunidades de leer de la Biblia u otros libros que
enseñan la verdad, y de este modo presentarán evidencias que iluminarán al
creyente.
Cuando
la voz de Dios llama: "¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros?",
el divino Espíritu pone en el corazón la respuesta: "Heme aquí, envíame a
mí" (Isa. 6: 8).
Pero
tenga muy presente que el carbón encendido del altar primero tiene que tocar
sus labios. Entonces, las palabras que
vierta serán sabias y santas. Tendrá la
sabiduría para saber qué decir y qué callar.
No intentará dar a conocer sus habilidades como teólogo. Será cuidadoso para no despertar el espíritu
combativo o excitar el prejuicio por introducir indiscriminadamente todos los
temas de la verdad. Encontrará lo suficiente
para hablar sin despertar la oposición.
Por el contrario, hará nacer en el corazón el anhelo de tener un mayor
conocimiento de la Palabra de Dios.
El
Señor desea que usted sea un conquistador de conversos para Cristo. Sin embargo, no intente forzar a la gente con
temas doctrinales; conviene estar "siempre preparados para presentar
defensa con mansedumbre y reverencia" (1 Ped. 3: 15).
Y Temor, ¿Por qué temor? Temor de que las palabras den la impresión de suficiencia, de expresar palabras inconvenientes, y que no sean semejantes a las de Cristo. Debemos estar íntimamente relacionados con Jesús para presentar la verdad tal cual es en él.
Y Temor, ¿Por qué temor? Temor de que las palabras den la impresión de suficiencia, de expresar palabras inconvenientes, y que no sean semejantes a las de Cristo. Debemos estar íntimamente relacionados con Jesús para presentar la verdad tal cual es en él.
Los
corazones no pueden quedar sin ser tocados por el tema de la expiación.
A
medida que usted aprenda de la mansedumbre y la humildad de Cristo, irá
descubriendo lo que conviene hablar a la gente, ya que el Espíritu Santo le
enseñará las palabras que debe decir.
Los que son conscientes de la necesidad de mantener el corazón bajo el
control del Espíritu Santo, estarán en condiciones de sembrar las semillas que
germinarán para la vida eterna. En esto
consiste la obra del que predica el evangelio.
Australasian
Union Conference Record, 1º de julio de 1902. 182
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