Que,
si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que
Dios le levantó de los muertos, serás salvo.
Porque con el corazón se cree para justicia,
pero con la boca se confiesa para salvación. (Romanos 10: 9, 10).
pero con la boca se confiesa para salvación. (Romanos 10: 9, 10).
El
Señor nos insta a que consagremos cada talento y habilidad al servicio. Cuando el reprochable espíritu de pereza e
indolencia haya sido barrido de la iglesia, el Espíritu del Señor se manifieste
y el poder divino se combine con el esfuerzo humano, entonces la feligresía
verá intervenciones providenciales del Señor. La luz de la verdad será
difundida,
y también el conocimiento de Dios y de Jesucristo que fue enviado.
y también el conocimiento de Dios y de Jesucristo que fue enviado.
Semejante
a los días de los apóstoles, muchos se convertirán al Señor y la tierra será
iluminada con la gloria celestial. Para
que el mundo pueda convencerse de las transgresiones de la ley de Dios, el
Espíritu Santo deberá actuar por intermedio de los instrumentos humanos.
La
iglesia necesita despojarse ahora de su letargo mortal, porque el Señor está
esperando bendecir a su pueblo, quien reconocerá la bendición cuando la
reciba. Entonces, la difundirá con toda
la potencia que tiene el resplandor de la luz.
"Esparciré sobre vosotros agua limpia... y os daré corazón nuevo, y
pondré espíritu nuevo dentro de vosotros... y haré que andéis en mis
estatutos" (Eze. 36: 25-27).
Si
esperamos que el desierto de la iglesia se transforme en un campo fructífero, y
luego llegue a ser un bosque, debemos comprender que esto únicamente será
posible gracias al Espíritu Santo derramado sobre su pueblo.
Por
mucho tiempo los agentes celestiales han estado esperando a la feligresía, que
los representan, para colaborar con ellos en la gran obra que debe
hacerse. Lo están aguardando a usted. Tan
vasto es el campo, tan inteligente la idea, que cada corazón santificado será
instado a entrar al servicio como agente del poder divino...
Todos
los que creen en la verdad para este tiempo deben deponer sus diferencias,
despojarse de toda envidia, y cerrar la mente y los labios a todo pensamiento y
expresión pecaminosa. Juntémonos,
unámonos. "Habiendo purificado
vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el
amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón
puro" (1 Ped. 2: 22).
-General
Conference Bulletin, 28 de febrero de 1893. 191 RP/EGW
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