Tú,
pues, sufre penalidades como buen solado de Jesucristo. Ninguno que milita se
enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por
soldado.
(2 Timoteo 2: 3, 4.)
(2 Timoteo 2: 3, 4.)
Nos
resta poco tiempo para impulsar la guerra; pronto vendrá Cristo y con ello
concluirá la rebelión. En ese contexto, nuestros últimos esfuerzos deben
desplegarse para obrar con Jesús a fin de hacer avanzar la obra de su reino.
Algunos
que estuvieron en el frente de batalla, resistiendo celosamente a la
penetración de las fuerzas del mal, cayeron en sus puestos del deber; los otros
miraron llenos de tristeza a los héroes caídos, pero no perdieron tiempo
deteniendo la obra.
Debieron
cerrar las filas, levantar la bandera que estuvo en las manos de los que ahora
están paralizados por la muerte, y con renovadas energías continuar vindicando
la verdad y el honor de Cristo.
Como
nunca antes, debemos ejercer una fuerte resistencia contra el pecado y los
poderes de las tinieblas. El tiempo
requiere energía y una acción resuelta por parte de los que creen en la verdad
presente. Debemos enseñar la verdad por precepto
y por ejemplo.
Si
nos parece larga la demora del regreso del Redentor, si estamos doblegados y
desgastados por las aflicciones e impacientes por terminar la comisión
asignada, y en medio de la lucha suspiramos por un honorable descanso,
recordemos -y que el recuerdo modere cada queja- que Dios permite las tormentas
y los conflictos para perfeccionar nuestros caracteres.
También
tienen el propósito de ayudarnos a conocer mejor a Dios como nuestro Padre, y a
Cristo como nuestro hermano mayor.
Además, ayudan a servir al Maestro en el plan de ganar a muchos
conversos para su reino. Al final, con alegría podremos oír la aprobación:
"Bien, buen siervo y fiel... entra en el gozo de tu Señor" (Mat. 25:
21).
Soldado
cristiano, sé paciente. Un poquito más, y el que ha de venir, vendrá. La noche de fatigosa espera, de estar en guardia
y en aflicción, está por terminar.
Pronto recibiremos la recompensa y, entonces, el día eterno habrá
comenzado.
Ahora
no es tiempo de dormir, ni para ser complacientes con las lamentaciones sin
sentido.
El que se aventura en el descuido perderá preciosas oportunidades de hacer el bien.
El que se aventura en el descuido perderá preciosas oportunidades de hacer el bien.
Se
nos ha concedido el bendecido privilegio de juntar gavillas para la gran
cosecha; cada pecador que sea salvo será una estrella adicional en la corona de
Jesús, nuestro adorable Redentor. Considerando
que al participar por un poco más de tiempo en la batalla obtendremos más
victorias, y ganaremos nuevos trofeos para la eternidad,
¿Quién
Desea Despojarse De La Armadura?
Review
and Herald, 25 de octubre de 1881. 188 RP/EGW
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