¿No
decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad
los campos, porque ya están blancos para la siega.
(Juan 4: 35).
Al
igual que los discípulos de su tiempo, también a nosotros Cristo nos da el
mismo mensaje. Como el tiempo pasa, a
los que trabajan para él en todas las líneas de servicio los insta a que
levanten la mirada para contemplar los campos que están maduros para la
cosecha.
Los
servidores no están extendiendo sus esfuerzos como deberían. Nuestros líderes tampoco están despiertos
para poder ver la obra que debe realizarse.
Cuando pienso en las ciudades en las que se ha hecho tan poco, y en las cuales hay muchos millares que deben ser amonestados acerca de la proximidad de la venida de Jesús, siento un deseo intenso de ver hombres y mujeres que estén dispuestos a avanzar gracias al poder del Espíritu y rebosando del amor de Cristo por los que perecen.
Cuando pienso en las ciudades en las que se ha hecho tan poco, y en las cuales hay muchos millares que deben ser amonestados acerca de la proximidad de la venida de Jesús, siento un deseo intenso de ver hombres y mujeres que estén dispuestos a avanzar gracias al poder del Espíritu y rebosando del amor de Cristo por los que perecen.
En
las ciudades que están a nuestras puertas, los mundanos han sido extrañamente
descuidados. Deben realizarse esfuerzos
bien organizados para salvarlos. Ahora
tenemos que trabajar para convertir a los perdidos que están a nuestro
alrededor, quienes viven a la sombra de nuestras puertas. Debemos poner en sus labios una canción
diferente, y, a su vez, ellos mismos deben ir a compartir con otros la luz del
mensaje del tercer ángel con los que están en tinieblas.
Todos
necesitamos estar bien despiertos, para que a medida que las puertas se vayan
abriendo, avancemos levantando monumentos para Dios. Paso a paso debemos conducir a la gente para
que reciba toda la luz de la verdad.
Muchos están ansiosos de obtener el alimento espiritual. Debemos continuar trabajando hasta que se
organice una iglesia y se construya un lugar modesto para la adoración...
Pacific
Union Recorder, 23 de octubre de 1902. 178 RP/EGW
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