El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su
nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre y
delante de sus ángeles. (Apocalipsis 3: 5).
La expresión "El Que Venciere" revela que hay algo que cada
uno de nosotros debe vencer. El vencedor será cubierto con el manto blanco de
la justicia de Cristo, y se dice de él: "Y no borraré su nombre del libro
de la vida, y confesaré su nombre delante de mi padre, y delante de sus
ángeles". ¡Oh, qué privilegio ser
vencedores, y que nuestros nombres sean presentados ante el padre por el mismo
salvador!
Y cuando como vencedores estemos vestidos "de vestiduras
blancas", el Señor reconocerá nuestra fidelidad tan ciertamente como en
los días de la iglesia cristiana primitiva él reconoció que había "unas
pocas personas en Sardis" que no habían "manchado sus
vestiduras". Entonces, caminaremos con él vestidos de blanco, por cuanto
por medio de su sacrificio expiatorio seremos tenidos por dignos.
Mis queridos amigos, en vista de estas animadoras promesas, ¡cuán
fervientemente deberíamos esforzarnos por formar un carácter que nos capacite
para estar de pie ante el Hijo de Dios! Sólo los que estén vestidos con el
manto de su justicia podrán soportar su presencia cuando él aparezca con
"grande poder y gloria".
Significa mucho ser vencedor. Deben ser firmemente resistidas las
asechanzas del enemigo y de todos sus malignos instrumentos. Debemos estar en
guardia en todo momento. Ni por un instante debemos de perder de vista a Cristo
y su poder para salvar en la hora de prueba. Debemos colocar nuestras manos en
la suya para que podamos ser sostenidos por el poder de la fortaleza. El
Testigo fiel y verdadero declara: "He aquí, he puesto delante de ti una
puerta abierta" (Apoc. 3: 8).
Agradezcamos a Dios con corazón, alma y voz; aprendamos acerca de él
como por una puerta abierta, creyendo que podemos acceder ante su presencia
libremente con nuestras peticiones, y que él oirá y contestará. Si tenemos una
fe viva en su poder para ayudar, recibiremos fortaleza para pelear las batallas
del Señor con la confiada seguridad de la victoria. Review and Herald, 9 de
julio de 1908. 367 RP/EGW/MHP
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