lunes, 18 de mayo de 2020

18. “DE CASA EN CASA CON EL OBRERO EVANGÉLICO”. V. ACOMPAÑADOS POR EL ESPÍRITU.


Habiendo reunido a sus doce discípulos, les dio poder y autoridad sobre todos los demonios, y para sanar enfermedades.  Y los envió a predicar el reino de Dios, y a sanar a los enfermos.  Y les dijo: No toméis nada para el camino, ni bordón, ni alforja, ni pan, ni dinero; ni llevéis dos túnicas.  Y en cualquier casa donde entréis, quedad allí, y de allí salid. (Lucas 9: 1-4).

Dios está convocando a su pueblo para que participe en las diferentes áreas del servicio misionero.  Los que se encuentran en las carreteras o en los caminos secundarios de la vida tienen que escuchar el mensaje del evangelio. 
La feligresía debe realizar tareas de evangelización en los hogares del vecindario que todavía no recibieron la evidencia completa de la verdad para este tiempo.

Los que emprendan esta obra tienen que estudiar constantemente la vida de Cristo.  Además, en forma sincera e intensa deben utilizar todos sus dones en el servicio del Maestro. Habrá resultados admirables como consecuencia de los esfuerzos sinceros y desprovistos de egoísmo.  A estos obreros les será impartida la más alta educación por el mayor de los Maestros. 

Sin embargo, los que no comparten la luz que recibieron, un día se darán cuenta de que son responsables de una pérdida espantosa.

Entre el pueblo de Dios, muchos han de llevar las publicaciones a los hogares en donde el mensaje del tercer ángel aún no ha sido proclamado. 
En el ministerio de un colportor evangélico, que tenga su corazón imbuido por el Espíritu Santo, se le presentarán muchas oportunidades para realizar el bien. 
La exposición de la verdad hecha de casa en casa con amor y simplicidad, está en armonía con las instrucciones que Cristo dio a sus discípulos cuando los envío en el primer viaje misionero. Con humildes himnos de alabanza, y con oraciones expresados de corazón, la sencilla presentación de la verdad en el círculo de las familias enriquecerá a muchos. 

El Obrero divino estará presente para producir convicción en el corazón.  Su promesa es: "He aquí yo estoy con vosotros todos los días" (Mat. 28: 20).  Con la certeza de la presencia permanente del Ayudador, podemos trabajar con fe y coraje.
Debemos romper con la monotonía que hay 
en el servicio para Dios. 
Cada feligrés debe ser incorporado 
en un plan de servicio al Maestro. 
Que todos los que están bien establecidos en la verdad vayan a sus vecinos para tener reuniones con ellos. Que se lea la Palabra de Dios y se expresen las ideas de tal modo que resulten fácilmente comprensibles para todos.
Review and Herald, 5 de mayo de 1904. 150  RP/EGW.

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