Viéndole los hijos de los
profetas que estaban en Jericó al otro lado, dijeron: El espíritu de Elías
reposó sobre Eliseo. Y vinieron a
recibirle, y se postraron delante de él. (2 Reyes 2: 15).
El Espíritu Santo vino a las
escuelas de los profetas para poner los pensamientos de los estudiantes en
armonía con la voluntad de Dios. Y en virtud de la relación que
hubo entre el cielo y estas escuelas, el gozo y la gratitud que brotaba de los
corazones llenos de amor lo expresaban en himnos de alabanza, a los que se
unían los ángeles.
Si Los Profesores abrieran sus
corazones para recibir al Espíritu, serían preparados para cooperar con él en
su ministerio en favor de los estudiantes.
Cuando se le permita actuar libremente producirá transformaciones
maravillosas.
Al obrar en el corazón corregirá
el egoísmo, refinará y modelará el carácter, y traerá todos los pensamientos en
cautividad a Cristo...
En lugar de reprimirlo y hacerlo
volver, debería estimularse la presencia del Espíritu Santo y darle la
bienvenida.
Cuando los maestros se santifiquen por la
obediencia a la Palabra de Dios, el Espíritu Santo les dará vislumbres de las
cosas celestiales.
Cuando busquen a Dios con fervor
y humildad, las palabras que expresaron en forma fría e indiferente arderán en
sus corazones. La verdad dejará de
languidecer en sus labios.
El Espíritu Santo, como agente,
no nos privará de la necesidad de ejercer todas las facultades y cada talento.
En cambio, nos enseñará a utilizar todos los dones para la gloria de Dios.
Cuando dichas virtudes estén bajo
la gracia divina, su poseedor se pondrá en condiciones de utilizarlos para los
mejores propósitos que existan en esta vida.
La ignorancia no puede estimular
ni la humildad ni la espiritualidad de ningún profeso seguidor de Cristo. Las verdades de la Palabra de Dios serán mejor
apreciadas por un intelectual que sea creyente sincero. Cristo puede ser mejor glorificado
por los que le sirven con inteligencia.
El gran propósito de la educación
es capacitarnos para utilizar las facultades que Dios nos ha concedido a fin de
que podamos representar como corresponde la religión de la Biblia,
y para promover la gloria de
Dios.
North Pacific Union Gleaner, 26 de mayo de
1909.
RP/EGW 149
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