domingo, 10 de junio de 2018

II. TRANSFORMADOS POR EL ESPÍRITU: 22. COMPLETOS EN ÉL.


Y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad. (Colosenses 2: 10). 
Usted no podrá entrar al cielo con ninguna deformidad o imperfección de carácter. Durante el período de prueba de la vida debe recibir la preparación necesaria. Si desea tener acceso a las moradas de la justicia cuando Cristo venga, ahora debe ser objeto de la obra profunda del Espíritu Santo que se hace visible en la experiencia personal. Esto lo hará completo en Cristo, quien es la plenitud de la Divinidad corporalmente. 

En virtud del poder de la justicia de Cristo, podemos abandonar toda iniquidad. Debe haber una conexión viviente entre la criatura y su Redentor. 
El canal de comunicación entre ambos tiene que permanecer continuamente abierto, para que el ser humano pueda crecer en la gracia y el conocimiento de su Señor. 
Sin embargo, cuántos no oran. Sienten que están bajo los efectos de la condenación del pecado, y siguen pensando que no pueden acercarse a Dios, a menos que logren conseguir algún mérito o que él se olvide de sus transgresiones. Dicen: "Como no puedo presentarle manos santas, sin iras ni dudas, todavía no puedo ir". 

De este modo permanecen alejados de Cristo, y, mientras piensan así, están pecando, puesto que sin él nada bueno podemos hacer. El que comete un pecado, inmediatamente debería correr al trono de la gracia para confesarlo a Jesús. Al mismo tiempo, debería llenarse de tristeza, porque el pecado debilita la espiritualidad, aflige a los ángeles celestiales, y lastima y hiere el amante corazón del Redentor. 
Pero cuando con contrición le pida perdón, crea que él ya lo perdonó. No ponga en duda la gracia divina, ni rehuya el bálsamo de su amor infinito. Si un hijo desobedece y realiza algo condenable en contra suya, y luego con tristeza de corazón viene a pedirle perdón, usted sabe perfectamente bien lo que haría. Seguramente lo acercaría a su pecho para garantizarle que su amor no ha cambiado, y que la transgresión está perdonada. 

¿Será que usted es más misericordioso que nuestro Padre que está en los cielos, que dio "a su Hijo unigénito para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna" (Juan 3: 16)? 
Usted debería ir a Dios del mismo modo como una criatura acude a sus padres. Pídale perdón a Dios por sus errores, y ore para que por su gracia pueda superar todos sus defectos de carácter. 
Bible Echo, 1º de febrero de 1892. EGW RP MHP

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