jueves, 13 de febrero de 2020

04. ACUDA A LA FUENTE DE LA LUZ. IV. ORIENTADOS POR EL ESPÍRITU.



La exposición de tus palabras alumbra. Hace entender a los simples. (Salmos 119: 130).
Hay a veces hombres de capacidad intelectual, mejorada por la educación y la cultura, que no alcanzan a comprender ciertos pasajes de la Escritura, mientras que otros que no tienen instrucción, cuyo entendimiento parece débil y cuya mente no está disciplinada, comprenden su significado y hallan fuerza y consuelo en aquello que los primeros consideran tedioso, o pasan por alto como si no tuviese importancia. ¿Por qué es esto?  Me ha sido explicado que estos, no confían en su propio entendimiento.  Van a la fuente de la luz, Aquel que inspiró las Escrituras, y con humildad de corazón piden sabiduría a Dios, y la reciben.  

Hay, minas de verdad que ha de descubrir todavía el investigador ferviente. Cristo representó la verdad por un tesoro oculto en, el campo. No está en la misma superficie; debemos cavar para encontrarla.  Pero nuestro éxito no depende tanto de la capacidad intelectual como de nuestra humildad de corazón y de una fe que se vale de la ayuda divina.

Sin la dirección del Espíritu Santo, estaremos constantemente expuestos a torcer las Escrituras o a interpretarlas mal.  La lectura de la Biblia muchas veces no reporta provecho, y hasta puede causar un desafío positivo.  Cuando la Palabra de Dios se abre sin reverencia ni oración, y los pensamientos y afectos no están fijos en Dios ni armonizan con su voluntad, el intelecto es enturbiado por la duda, y el escepticismo se fortalece con el estudio de la Biblia.  El enemigo rige los pensamientos y sugiere interpretaciones que no son correctas.

Cuando los hombres no tratan de estar en armonía con Dios en sus palabras y acciones, por sabios que sean, están expuestos a errar en su comprensión de la Escritura, y es peligroso confiar en sus explicaciones.  Cuando tratamos verdaderamente de hacer la voluntad de Dios, el Espíritu Santo toma los preceptos de su Palabra, hace de ellos los principios de la vida y los escribe en las tablas del alma.  Son únicamente los que siguen la luz ya dada quienes pueden esperar recibir una mayor iluminación por parte del Espíritu. 
Joyas de los testimonios, t. 2, pp. 309, 310. 106

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