La exposición de tus palabras alumbra. Hace entender a los simples. (Salmos 119: 130).
Hay a veces hombres
de capacidad intelectual, mejorada por la educación y la cultura, que no
alcanzan a comprender ciertos pasajes de la Escritura, mientras que otros que
no tienen instrucción, cuyo entendimiento parece débil y cuya mente no está
disciplinada, comprenden su significado y hallan fuerza y consuelo en aquello
que los primeros consideran tedioso, o pasan por alto como si no tuviese
importancia. ¿Por qué es esto? Me ha
sido explicado que estos, no confían en su propio entendimiento. Van a la fuente de la luz, Aquel que inspiró
las Escrituras, y con humildad de corazón piden sabiduría a Dios, y la
reciben.
Hay, minas de verdad que ha de
descubrir todavía el investigador ferviente. Cristo representó la verdad por un
tesoro oculto en, el campo. No está en la misma superficie; debemos cavar para
encontrarla. Pero nuestro éxito no
depende tanto de la capacidad intelectual como de nuestra humildad de corazón y
de una fe que se vale de la ayuda divina.
Sin la dirección del
Espíritu Santo, estaremos constantemente expuestos a torcer las Escrituras o a
interpretarlas mal. La lectura de la
Biblia muchas veces no reporta provecho, y hasta puede causar un desafío
positivo. Cuando la Palabra de Dios se
abre sin reverencia ni oración, y los pensamientos y afectos no están fijos en
Dios ni armonizan con su voluntad, el intelecto es enturbiado por la duda, y el
escepticismo se fortalece con el estudio de la Biblia. El enemigo rige los pensamientos y sugiere
interpretaciones que no son correctas.
Cuando los hombres no
tratan de estar en armonía con Dios en sus palabras y acciones, por sabios que
sean, están expuestos a errar en su comprensión de la Escritura, y es peligroso
confiar en sus explicaciones. Cuando
tratamos verdaderamente de hacer la voluntad de Dios, el Espíritu Santo toma
los preceptos de su Palabra, hace de ellos los principios de la vida y los
escribe en las tablas del alma. Son
únicamente los que siguen la luz ya dada quienes pueden esperar recibir una
mayor iluminación por parte del Espíritu.
Joyas de los testimonios, t. 2, pp.
309, 310. 106
No hay comentarios:
Publicar un comentario