Mas el fruto del
Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre,
templanza; contra tales cosas no hay ley.
(Gálatas 5: 22, 23).
Si Cristo habita en
nosotros, debemos ser cristianos tanto en el hogar cuanto fuera de él. El que dice ser cristiano expresará palabras
bondadosas a sus parientes y a otros con los que también se relaciona. Será bondadoso, cortés, amable y compasivo, y
deseará educarse a fin de poder habitar con la familia celestial.
Si es miembro de la realeza, procurará
representar bien al reino en todo lugar.
Hablará a los niños con amabilidad, ya que ellos también son herederos
de Dios y miembros de las cortes celestiales. Entre los hijos del reino no hay lugar para las asperezas, porque
"el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad,
fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley" (Gál. 5: 22,
23). En la iglesia se manifestará el espíritu que se cultiva en el hogar.
Oh, debemos educar el
carácter para practicar la piedad, la docilidad, la ternura, la compasión y el
espíritu perdonador. Al abandonar la
vanidad, la conversación insensata y las burlas, no nos hará fríos, antipáticos
y antisociales. El Espíritu del Señor
descansará sobre usted hasta que adquiera la fragancia de las flores del jardín
de Dios. Debe mantenerse hablando acerca
de la luz, y de Cristo, el Sol de Justicia, hasta que en usted se produzca el
cambio de gloria en gloria, de un carácter a otro mejor, y de una fortaleza a
otra mayor, para reflejar más y más la preciosa imagen de Jesús. Cuando usted haga esto, el Señor escribirá en
los libros del cielo. "Bien
hecho".
El cristiano no debe
tener un corazón petrificado, que impida la aproximación de sus
semejantes. Si tenemos un carácter
hermoseado por las gracias celestiales, Jesús podrá reflejarse en el
comportamiento. La presencia de Dios
debe permanecer en nosotros para que podamos llevar la luz a cualquier lugar
adonde vayamos. Entonces los que entren
en contacto con nosotros sabrán que la atmósfera del cielo nos rodea.
Review
and Herald, 20 de septiembre de 1892. 78 RPEGW
No hay comentarios:
Publicar un comentario