miércoles, 13 de marzo de 2019

III. FRUCTÍFEROS EN EL ESPÍRITU: 17. ARMONÍA.


Solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; un cuerpo y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación. (Efesios 4: 3, 4). 

El Espíritu Santo desea actuar con el instrumento humano que es consagrado; este es el propósito de Dios. Nadie podrá cerrar la puerta que él abrió entre el cielo y la tierra. Invita a cada uno a ser puro y santo, y a que se santifique, a fin de que la obra para este tiempo pueda realizarse. 

Cuando el pueblo de Dios establezca una correcta relación sólo con él, y del uno con el otro, el Espíritu Santo será impartido en plenitud para la complementación armoniosa de todos los integrantes del cuerpo. Nada debilita tan manifiestamente a una iglesia como la desunión y la contienda. Nada batalla más contra Cristo y la verdad que ese espíritu.

 "Por sus frutos los conoceréis" (Mat. 7: 20).
 "¿Acaso alguna fuente echa por una misma abertura agua dulce y amarga? Hermanos míos, ¿puede acaso la higuera producir aceitunas, o la vid higos? Así también ninguna fuente puede dar agua salada y dulce. ¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre" (Sant. 3: 11-13). 

"Por lo cual, levantad las manos caídas y las rodillas paralizadas; y haced sendas derechas para vuestros pies, para que lo cojo no se salga del camino, sino que sea sanado. Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor. Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados" 
(Heb. 12: 12-15).

 Mientras estemos en este mundo cada uno debe mantenerse unido al otro. La humanidad está entrelazada y entretejida entre sí. El Señor nos creó de este modo, y, cuando se producen desengaños, nadie debe pensar lo peor acerca del otro. 
Aunque somos miembros individuales, integramos un cuerpo que es un todo. Las batallas de la vida las libramos en el desamparo y la desilusión, y como hijos e hijas de Dios a los que también llama sus amigos, nos convoca para que nos ayudemos unos a otros. Esto es parte del cristianismo práctico.
 Signs of the Times, 7 de febrero de 1900. RP EGW

martes, 12 de marzo de 2019

III. FRUCTÍFEROS EN EL ESPÍRITU: 16. GRATITUD.


Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús. 
(1 Tesalonicenses 5: 18).

 Hay muchas angustias innecesarias, problemas que agitan la mente y otras realidades sobre los cuales nada podemos hacer. El Señor desea que sus hijos confíen en él plenamente. Nuestro Señor es un Dios justo y recto. Sus hijos deberían conocer su bondad y su justicia, tanto en los asuntos importantes como en los comunes de la vida. Los que abrigan un espíritu angustiado y quejoso rehúsan reconocer la realidad de su mano guiadora. La ansiedad innecesaria es una insensatez que impide relacionarse con Dios en la forma debida. 

Cuando el Espíritu Santo está entronizado en el creyente, no hay inclinación de quejarse o de murmurar cuando no se tiene todo lo que uno quisiera. Al contrario, hay deseos de agradecer a Dios de todo corazón por las bendiciones recibidas. 

Entre los que sirven al Señor existe una gran necesidad de ser más agradecidos. A menos que desarrollemos el debido espíritu, no estaremos preparados para tener un lugar en el reino de los cielos. Hay una gran tarea que debe realizarse en cada uno de nosotros. Infelizmente comprendemos muy poco acerca de la gran obra que Dios desea hacer por nuestro intermedio.

 Deberíamos tratar de alcanzar la plenitud de sus planes, y obtener el mayor provecho de cada lección que él ha tratado de enseñarnos. Muchos asuntos perjudiciales, resultantes de la imaginación, ocupan el corazón cuando tratamos de realizar nuestra voluntad, contraria a la ley de la bondad. Es en este punto donde muchos fallan. No cultivamos una disposición bondadosa. Deseamos que todo nos suceda con suma facilidad. 

La pregunta de mayor importancia para cada uno de nosotros no debería ser cómo llevar adelante nuestros propios planes en contra de los de otros, sino cómo tener el poder de vivir cada día para Cristo. Jesús vino a la tierra a fin de dar su vida para que podamos alcanzar la salvación eterna. Al circundamos con la atmósfera del cielo, podremos dar al mundo un ejemplo que honre la religión de Cristo.
Manuscript 15, 1912 (Loma Linda Messages, p. 602). 
RP EGW 

III. FRUCTÍFEROS EN EL ESPÍRITU: 15. CONTENTAMIENTO.

 

No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. (Filipenses 4: 11). 

Dios tiene testigos fieles que no intentan hacer lo que Cristo dijo que era imposible; esto es, servir a Dios y a las riquezas al mismo tiempo. Son luces que brillan en medio de la oscuridad moral del mundo, esa que cubre a la gente con densas tinieblas semejantes a un paño mortuorio. 

Los feligreses de la iglesia de Cristo necesitan ser dirigidos por el Espíritu Santo para poder adquirir una experiencia que no esté sujeta a variaciones. Deben profundizar sus raíces en la verdad. Cuando el gozo que imparte el poder redentor de la justicia de Cristo sea debidamente entendido gracias a un conocimiento experimental, habrá creyentes que desearán enseñar a los pecadores la voluntad de Dios tal cual está en Cristo. 

Satanás tiene sus impostores para engañar a los creyentes; por eso, incluso entre los que enseñan religión hay quienes necesitan convertirse.

 Los que establecen una relación personal con Cristo, constituyen un templo santo para el Señor, porque Jesús es para el creyente sabiduría, justificación, santificación y redención. El que se rinde completamente a Dios es consciente de la presencia salvadora de Cristo. Es poseedor de la paciencia espiritual, y todo su ser está dispuesto a aprender del que es manso y humilde de corazón. El que confía en Jesús como su eficiencia y justificación, su ser entero estará lleno de un santo contentamiento. 

¿Cuál es la base del gozo del cristiano? 
Es el resultado del sentido de la presencia de Cristo.

 ¿En que consiste el amor del cristiano? 
Es el reflejo del amor de Cristo. 
Es el resultado de la obra del Espíritu Santo. Al mirar la cruz del Calvario veremos a Jesús muriendo por los pecados del mundo, para que mediante su muerte, que genera contrición en el creyente, podamos tener vida e inmortalidad. Jesús es todo para todos, y sin él nada podemos hacer. Sin Cristo la vida espiritual es imposible. 
Review and Herald, 4 de diciembre de 1894. RP EGW

III. FRUCTÍFEROS EN EL ESPÍRITU: 14. CARIDAD.


¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo? ¿No es que partas tu pan con el hambriento, y a los pobres errantes albergues en casa; que cuando veas al desnudo, lo cubras, y no te escondas de tu hermano? (Isaías 58: 6, 7). 

Esta es una verdad, una preciosa verdad de influencia santificadora. La santificación del ser, por obra del Espíritu Santo, es la implantación de la naturaleza de Cristo en la humanidad. 

La gracia del Señor Jesucristo, revelada en el carácter, se manifestará en forma activa por intermedio de las buenas obras. De este modo, el carácter se transforma más y más perfectamente a la imagen de Cristo, en justicia y verdadera santidad. 

En la verdad divina existen requisitos muy abarcantes acerca de las buenas obras, que de un paso a otro se van ampliando. 

Las verdades del evangelio no son inconexas. Como en el ministerio personal de Cristo, forman una cadena de joyas celestiales que, a semejanza de hilos dorados, se tejen en toda la obra y la experiencia cristiana... 

Cualquier negligencia por parte de los que dicen ser seguidores de Cristo, un descuido en socorrer a los hermanos y hermanas necesitadas que cargan con el yugo de la pobreza y la opresión, es registrado en los libros del cielo como hecho a Cristo en la persona de sus santos. 

¡Qué cuenta pedirá el Señor a tantos que presentan las palabras de Cristo a otros, pero fallan en manifestar tierna consideración y respeto por un hermano en la fe que es menos afortunado y próspero que ellos mismos...! 

No son pocos los que no prestan ayuda a un hermano en problemas debido a circunstancias adversas y, al mismo tiempo, quieren dar la impresión a esas preciosas criaturas de que son representantes de Cristo. 

No existe tal cosa. Jesús, habiendo sido rico, por amor a nosotros se hizo pobre, para que a causa de su pobreza podamos ser enriquecidos. Para poder salvar al pecador, ni siquiera estimó su propia vida. A Cristo siempre lo conmueve el infortunio humano.
 Manuscript 34, 1894. RP EGW

09. “LA SANGRE DE CRISTO Y SU JUSTICIA PURIFICA NUESTRA ADORACIÓN”

Ahora Bien, El Punto Principal de lo que venimos diciendo es que tenemos tal sumo sacerdote, el cual se sentó a la diestra del trono de la ...